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Destino (Áncora & Delfin)
Barcelona, 2023, 368 pp
ISBN: 9788423362738

 

Sinopsis

Eugene Schieffelin es rico, singular y aficionado a los pájaros. Su hermana y su mujer, devotas amantes de Shakespeare. Sus amigos, miembros de una Sociedad más desfasada que científica que sueña con llenar los cielos neoyorquinos de pájaros europeos. Nueva York, una ciudad que aún no se parece a ella misma, el escenario ideal para cualquier locura, por descabellada que sea.

En esta novela, ambientada en el Nueva York de la segunda mitad del siglo XIX, Care Santos mezcla personajes reales tan extravagantes que podrían ser imaginarios con seres imaginarios que merecerían ser reales para construir una fábula sobre la condición humana, el poder del amor, el lastre de la pérdida, la valentía de los pioneros y las consecuencias fatales que a veces pueden tener nuestros actos más bienintencionados.


Por qué esta historia
Care Santos

El origen de esta novela está en la calle Catorce, esquina con la calle Broadway, en Nueva York. Allí se encuentra la librería Strand, un lugar de peregrinaje obligado para cualquier amante de los libros que pise la gran manzana. Allí compré un pequeño volumen de tapas azules titulado How Shakespeare Changed Everything (Cómo Shakespeare lo cambió todo), escrito por el periodista Stephen Marche. No reparé al comprarlo que sobre el busto de Shakespeare que aparecía en la cubierta posaba, orgulloso, un pequeño pájaro de plumaje negro moteado: un estornino, claro. Al leer el libro tropecé por vez primera con la historia de Eugene Schieffelin y su hermosa y catastrófica ocurrencia de introducir los pájaros de Shakespeare en los Estados Unidos.

De inmediato quise saber más de él. Quién fue ese Schieffelin, de dónde procedía, cómo surgió su idea, qué hizo para llevarla a cabo. Tropecé, sin embargo, con una absoluta falta de información. Eugene Schieffelin, que debió de ser un hombre discreto —por propia voluntad o por la de otros, quién sabe—, legó menos a la posteridad que sus ancestros (los tres Jacobs: abuelo, bisabuelo y tatarabuelo), que su abuela Hannah o que algunos de sus tíos, sobrinos o sobrinos nietos, que son bien conocidos y recordados como prominentes hombres de negocios o como personas de gran influencia en su tiempo. A Eugene, en cambio, solo se le recuerda en relación con los estorninos. Algo que se sabe que hizo, pero no cómo ni por qué, y que a veces incluso se pone en duda. Como se ponen en tela de juicio su presunto amor por Shakespeare y que la introducción de los estorninos formara parte de un plan más amplio y más romántico, de introducir todas y cada una de las especies ornitológicas que aparecen en la obra shakespeariana. Lo que se sabe es que introdujo el gorrión común y el estornino europeo. Lo demás, como suele decirse, es leyenda. Es decir, literatura. Schieffelin era un personaje literario antes de que yo lo convirtiera en el centro de esta novela.

Hay dos razones más que me llevaron a escribir esta historia. La primera es, inevitablemente, la pandemia. Comencé a leer sobre Eugene Schieffelin poco después de que se decretara el primer confinamiento, el 15 de marzo de 2020. Había planeado un viaje a Nueva York para aquella primavera que, por supuesto, no pude realizar. Fue la primera vez en más de quince años que falté a mi cita anual con la ciudad —que para mí es un lugar de inspiración y recuperación como pocos—, de modo que algo tenía que hacer para no echarla tanto en falta. Así que decidí escribir sobre esa ciudad que tanto quiero. Al fin y al cabo, Nueva York era un personaje más en esta trama. Y escribir, como leer, es otro modo de vivir. Tal vez el mejor modo de vivir que existe, en opinión de los lectores. Así que esta novela fue para mí un modo de combatir la nostalgia, pero también de enfrentarme a todos los fantasmas de los inicios de la pandemia. Y algunos más, personales, que en compañía de Schieffelin se hicieron algo menos insoportables hasta que llegó el momento de subir al avión y regresar al sitio del que no había salido durante los largos meses de escritura. Al fin pude visitar los escenarios de mi historia, terminar la documentación, conocer a algunas de las personas que me ayudaron a distancia y conocer en persona a los estorninos de los que tanto había escrito. Fue muy emocionante. Ojalá estas páginas emocionen, diviertan y sirvan de escapatoria para los lectores a quienes pertenecen ya.