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Trea, Barcelona, 2024, 106 pp
ISBN: 978–84-10263–08‑6

   

Sinopsis

Poeta casi secreta, este volumen recoge más de veinte años de la escritura poética de Care. Poemas impertinentes, poemas de amor o no pocos homenajes literarios se reúnen en este volumen con el que Care regresa a la poesía, una de sus mayores pasiones, y no solo como lectora.
Trea publicó su colección de aforismos Atrochar (2021).
 

Página de Trea, haciendo click AQUÍ

 

Tres poemas del libro:

SERVICIO PREMIUM

 

Te quiero

y te quiero ahora.

Como cuando quiero

un libro,

un cuaderno,

una hamaca,

un tendedero,

un frasco de tinta Orange Dream,

un hervidor de agua,

un buen insecticida que mate cucarachas

y entro en Amazon

(servicio Premium)

y elijo

de entre los veinte disponibles

el que más me conviene

y sé que sólo quedan

veinticuatro horas de impaciencia.
 

 

CRIATURAS EXTRAÑAS 

 

El amor es contigo

como una de esas flores

que nacen a la sombra

de pronto, en nuestra casa:

tan raro y repentino,

venido de quién sabe

qué parte, a qué tan

colorido, simétrico y hermoso,

tan parecido a una alucinación,

con lo mal que anda el mundo,

con la de cosas feas que salen en la tele,

tan etéreo, sutil, evanescente,

tan propicio a la desaparición

y en cambio, tan terco, convencido,

tan orgulloso de ser como es

y tan mío, por dios, cómo es posible.


 

 

EL PERDÓN EN LA CALLE ATOCHA

 

…y no me destierres al fin de ese corazón mío.
Emilia Pardo Bazán

 

Una tarde de invierno del siglo XIX

una dama enigmática llamada doña Emilia

dentro de un carruaje en la calle de Atocha, 

aguardaba, palpitante y en vano,

a que Benito Pérez, el mayor novelista de su tiempo

acudiera a la cita.

 

Ella le había escrito una carta convulsa

implorando un perdón que no fue suficiente.

Dentro del coche, sola, arrepentida,

tuvo que comprender que no era perdonada

y también que el mayor novelista de su tiempo

era en estos asuntos de celos y desplantes

un hombre como todos los demás.

Un hombre, al cabo.

Un hombre.

 

Otra tarde de invierno, tres décadas después, 

doña Emilia detiene sus pasos orgullosos

ante una vieja tumba recién cicatrizada.

Aquí yace el mayor novelista de su tiempo

a quien ella adoró y escribió cartas,

a quien brindó consuelo en su pecho abundante,

con quien viajó por tierras extranjeras,

siempre con disimulo clandestino,

de quien tuvo consejo, admiración,

amistad, compañía y la justa

alabanza que evita sucumbir al escritor,

en suma: más de lo previsto, 

incluido el perdón que buscó aquella tarde

en la calle de Atocha.

 

Hacer que te perdonen y llegar al final:

no es mal balance.